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Te recomendamos: La condición social de la mujer en España

condicion-social-mujerMargarita Nelken

La condición social de la mujer en España

Madrid : Horas y Horas, imp. 2013. 213 p ; 21 cm.-- (La cosecha de nuestras madres ; 15)

En 1919 se publicó por primera vez este libro, lo que provocó escándalo e inicidentes. Varias profesoras que utilizaron el libro fueron despedidas y el obispo de Lérida condenó públicamente la obra. Las editoras han elegido publicar la edición de 1975 por lo que la introducción que Maria Aurèlia Capmany aporta al texto finaliza con la dictadura franquista.

Margarita Nelken fue una mujer odiada ferozmente por las clases conservadoras en la España convulsa del primer tercio del siglo XX. La derecha española, siempre funesta, incivil y salvaje, veía en ella una encarnación del Diablo. Procedía de una familia de origen judeoalemán afincada en España. El segundo apellido de Margarita era Mansberger. Nelken Mansberger. Su ascendencia hebrea desagradaba especialmente a esos sectores ultramontanos que siempre han hecho gala de antisemitismo. Empeoraba aún más su imagen, pensaban los carcas. Los judíos habían crucificado a Cristo, que era judío pero, por lo visto, de casualidad.

Nelken fue una niña precoz que publicó su primer artículo cuando sólo tenía quince años. Con el tiempo se convertiría en una acreditada experta en la crítica de arte, dejando una amplia y meritoria producción en esta materia.

Diputada socialista del ala más radical del PSOE —el ala filocomunista— con una trayectoria muy similar a la de Julio Álvarez del Vayo. Un compromiso sincero y profundo con la causa obrera y con la causa feminista: precursora del movimiento por la emancipación de las mujeres en un país esencialmente atrasado e entumecido.

Esta obra, La condición social de la mujer en España, que hoy ha alcanzado en su género un valor histórico indudable fue un escándalo entre la mal llamada gente de orden. Punto de partida: la mujer es una construcción sociocultural que no tiene nada que ver con ningún espurio estado de naturaleza. La posición de sometimiento a la cual se ha visto reducida secularmente la mujer no es nada relacionado con una realidad natural, sino que se trata de un mito, como lo es, también, el factor del determinismo biológico y funcional con el que se pretende justificar el inevitable dominio del varón sobre la base de diferencias biosociológicas entre los sexos en lo relativo al temperamento, a la habilidad cognitiva y al rol desempeñado en la sociedad.

Sin embargo, el feminismo de Nelken nunca fue radical; consistió en un feminismo bastante sui generis, muy centrado en los problemas socioeconómicos concretos que afectaban a la mujer. De hecho, ese feminismo de primera hora se verá convertido, más tarde, en un elemento apendicular del macroprograma político de la revolución socialista, que para Nelken era la revolución de Lenin y Stalin. El triunfo de esa revolución resolvería, positiva y automáticamente, todos los conflictos relacionados con la desigualdad entre hombres y mujeres, un planteamiento que era erróneo, como la experiencia histórica se encargó de demostrar.

Cuestiones concretas a propósito de la mujer abordadas por Nelken: higiene, sexualidad, maternidad (a la que llegó a idealizar en exceso), divorcio, educación, dependencia económica, leyes sobre el trabajo, influencia religiosa en la alienación de la mujer en lo referente a su cuerpo, etc. Y el expediente del derecho al voto, respecto al cual mostró una singular lucidez.

Ella, al igual que Victoria Kent, no fue partidaria de conceder el voto a las mujeres en un contexto caracterizado por unas circunstancias muy específicas. “Es indudable que, de intervenir nuestras mujeres en nuestra vida política, esta se inclinaría en seguida muy sensiblemente hacia el espíritu reaccionario, ya que aquí la mujer, en su inmensa mayoría, es, antes que cristiana, y hasta antes que religiosa, discípula sumisa de su confesor, que es, no lo olvidemos, su director” 

 

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